Por: Wilber Torre, Oct 14 2017
Verificado19S fue la plataforma más visible de organización de la sociedad civil en las redes sociales, en los días posteriores al temblor del 19 de septiembre. ¿Quiénes están detrás de estas herramientas de comunicación y qué participación e influencia política y social tendrán en el país a mediano plazo?
Hay de todo: casi todos son jóvenes entre los 28 y los cuarenta y pocos años; una parte importante proviene del movimiento estudiantil 132, pero en la emergencia del sismo también llegaron a Verificado19S otras organizaciones de defensa del medio ambiente, protección a periodistas, transparencia y libertad de expresión.
Un día después del sismo –recuerda Gisela Pérez de Hacha, de Horizontal, un proyecto cultural y de medios–, Verificado19S se creó de manera improvisada a iniciativa del arquitecto Sergio Beltrán, quien había empezado a construir un mapa en Google para ubicar edificios caídos y levantar un censo rápido y veraz de las necesidades que debían ser cubiertas en las horas más críticas.
Beltrán empezó a nutrir el mapa con alguna información de gobierno y una gran participación de gente, una mayoría de jóvenes dispersos en el campo para ayudar en la verificación de datos sobre posibles derrumbes, personas atrapadas y herramientas y materiales urgentes para emprender el rescate.
“Fue una dinámica interesante, tenemos años de hacer activismo en distintas áreas y el día del temblor coincidimos con mucha más gente que venía de otras organizaciones y tareas sociales”, dice Pérez de Hacha.
Al intenso trabajo colectivo se sumaron Artículo 19, Horizontal, Red en Defensa de los Derechos Digitales, Serapas y Cencos, entre otras organizaciones cuyas redes ya existen y se activan en momentos de crisis como la Ley Telecom, cuando el movimiento 132 encabezó manifestaciones de rechazo, y otras protestas colectivas en situaciones de crisis de migrantes, desapariciones y violaciones a derechos humanos.
En los días posteriores al temblor miles de jóvenes encontraron en las redes y en estas nuevas formas de organización una vía de expresión política y social.
Ese activismo no desaparecerá, pero quienes conforman estas redes han vuelto a sus organizaciones no gubernamentales y a sus espacios de trabajo para continuar con sus tareas de investigación y denuncia en distintos ámbitos que involucran casos de impunidad, abusos de gobierno e injusticia.
En el proceso electoral de 2018, la organización de la sociedad civil, en las redes y en la calle, tendrá una importancia relevante en la discusión de asuntos controvertidos como el costo de la elección, la agenda de temas que la sociedad civil exigirá discutir a los partidos y los candidatos, y la verificación de declaraciones y hechos que involucren a los aspirantes a la Presidencia.
Si en los días aciagos del temblor estas redes de activismo encontraron una forma de organización horizontal suficiente para rebasar a la desgastada estructura vertical y burocrática, en la elección de 2018 serán vitales para una ciudadanía cada vez más harta de la política y más urgida de respuestas.